Utilización de alimentos de otras culturas
Para complementar el patrón de alimentación que tenemos en nuestro país, también podemos consumir de forma moderada alimentos y condimentos tradicionalmente utilizados en la cultura oriental, mínimamente procesados, en especial los derivados de la soja.
Imagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoLos productos derivados de la soja contienen proteínas, ácidos grasos e isoflavonas, que son compuestos con propiedades levemente estrogénicas. Estos alimentos se han relacionado con la reducción de la incidencia o severidad de enfermedades crónicas como las cardiovasculares, cáncer de mama y próstata, pérdida de hueso (osteoporosis), etc.
La soja se procesa para mejorar su digestibilidad, sabor y biodisponibilidad de nutrientes.
- Salsa de soja: es un condimento producido al fermentar semillas de soja con los hongos Aspergillus oryzae. Contiene agua y sal. Por otra parte, el Shoyu está elaborado con soja fermentada y trigo. Tiene alto valor nutritivo por contener proteínas, minerales como potasio, magnesio y fósforo, y oligoelementos como manganeso y selenio. El Tamari es similar pero no contiene trigo. Todos ellos se pueden utilizar como sustitutos de la sal para condimentar sopas, verduras o ensaladas.
- Miso: es un condimento en forma de pasta elaborada a partir de los granos fermentados de soja, cebada o arroz y sal. Dicha fermentación se produce de forma natural mediante el hongo koji (Aspergillus oryzae), cultivado en arroz, y que por tanto hace de este ingrediente un producto probiótico formado por microorganismos vivos. Se puede utilizar en sopas o verduras, en lugar de la sal.
- Tofu: Se produce agregando un coagulante, en particular sulfato cálcico, a la leche de soja seguido de calentamiento para coagular y filtrar. El residuo es tofu. Se puede comer en sopas, guisos o rellenos de empanadas.
- La leche de fórmula de soja alimenta a millones de niños en el mundo. A corto plazo no se han observado efectos adversos, pero hay estudios que la relacionan con efectos negativos en el sistema reproductor a largo plazo.
REFERENCIAS:
Patisaul, H.B., Jefferson, W. (2010) The pros and cons of phytoestrogens. Front Neuroendocrinol. 31(4): 400–419.
Zaheer, K., Humayoun Akhtar, M. (2017) An updated review of dietary isoflavones: Nutrition, processing, bioavailability and impacts on human health. Crit Rev Food Sci Nutr. 13;57(6):1280-1293.