Introducción
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es la denominación que recibe un conjunto de enfermedades broncopulmonares en las que se ve afectado el flujo aéreo (circulación del aire) por una limitación crónica.
La EPOC, en la mayor parte de las ocasiones, es el resultado, a largo plazo, de la reacción de los bronquios, de los pulmones y de las arterias pulmonares a la inhalación del humo de tabaco.
Es una enfermedad que se diagnostica a numerosas personas en edades adultas, pero aún hay más personas que padecen sus síntomas y no están diagnosticadas. Se debe a que muchas personas creen que la tos crónica que padecen es un efecto irritativo natural del tabaco que desaparecerá si reducen el número de cigarrillos y no consultan a su médico por este motivo hasta que ha pasado mucho tiempo o los síntomas empeoran. Este efecto "avestruz" de los fumadores es negativo, porque cuanto antes se diagnostique la enfermedad, más fácil será detener su avance.
La EPOC afectaba más a los hombres que a la mujeres, sin embargo, al igual que ocurre con otras enfermedades relacionadas con el tabaco, se observa un incremento notable de casos en las mujeres, como resultado de haberse incorporado en las últimas décadas al consumo de tabaco. El desarrollo de la EPOC es más probable cuanto más tiempo se lleva fumando y cuanto más humo de tabaco se ha aspirado a lo largo del tiempo.
Los pacientes con EPOC presentan una obstrucción crónica al flujo aéreo poco o nada reversible. Esta obstrucción se produce como consecuencia de la respuesta inflamatoria de las estructuras pulmonares a la agresión permanente que supone el humo del tabaco.
La respuesta inflamatoria de los pulmones se va produciendo a lo largo de los años y sus síntomas van variando hasta que se establecen cambios anatómicos y fisiológicos permanentes en los pulmones:hipertrofia de las glándulas mucosas, las paredes de los bronquios se engrosan y los alvéolos pulmonares pierden la elasticidad; como resultado se produce más moco y expectoración, se produce tos crónica y el flujo de aire ve reducido el calibre natural por el que tiene que entrar y salir de los pulmones. Cuando la enfermedad se manifiesta con toda su sintomatología el paciente con EPOC nota que tiene una dificultad para respirar (disnea) que se hace mucho más marcada cuando realiza algún esfuerzo y necesita más aporte de aire. Este es un proceso que dura muchos años y del que el organismo va dando avisos constantes.
Una vez que la EPOC se ha desarrollado y los efectos crónicos de la inflamación broncopulmonar están instaurados hay que intentar que la EPOC no avance más y que los síntomas no empeoren, y para ello lo más importante es la implicación del paciente en la adopción de un cambio en los estilos de vida y en el seguimiento del tratamiento que le indique su médico. Si la EPOC sigue avanzando porque el paciente no deja de fumar y sin tratamiento, el pronóstico es malo y cualquier infección respiratoria añadida o la aparición de otros procesos torácicos, por leves que sean, pueden poner en peligro su vida.
Los tratamientos de la EPOC van dirigidos a frenar la progresión de la enfermedad, aliviar los síntomas y prevenir las complicaciones. y para ello se utilizan los medicamentos inhalados que tienen efecto broncodilatador y antiinflamatorio en algunos casos.
Los pulmones son dos órganos grandes en forma de esponja que se encuentran dentro del tórax, a ambos lados del corazón y formando parte del aparato respiratorio. Cada pulmón se divide en lóbulos y, a su vez, cada lóbulo en segmentos. El pulmón izquierdo tiene dos lóbulos, el pulmón derecho es más grande y consta de tres.
El aire llega a los pulmones a través de la tráquea, procedente de las vías aéreas superiores (fosas nasales, faringe y laringe). Desde la tráquea, el aire continúa por los bronquios principales que se dirigen a cada uno de los pulmones a través de subdivisiones hasta llegar a unas cavidades denominadas alvéolos, que es donde se realiza el intercambio del oxígeno y dióxido de carbono con la sangre. Los dos pulmones están recubiertos por la pleura, que es una membrana de doble hoja, cuya misión consiste en facilitar los movimientos respiratorios. Entre ellas se encuentra la cavidad pleural, que puede contener una pequeña cantidad de líquido.
Los pulmones, como el resto del organismo, utilizan el sistema linfático como mecanismo de depuración. Los vasos linfáticos contienen linfa compuesta por desechos de los tejidos y células del sistema inmunológico. Estos vasos se dirigen a los ganglios linfáticos situados cerca de los bronquios y en el mediastino (que es la zona que se encuentra en el centro del pecho, entre los dos pulmones). También forman parte de este sistema de drenaje los ganglios localizados por encima de las clavículas y en el cuello.
Los pulmones tienen como misión realizar el intercambio entre el dióxido de carbono (que es un producto de desecho del metabolismo celular) y el oxígeno del aire. Al inhalar, los pulmones se expanden con el aire y se obtiene el oxígeno necesario para el organismo. Al exhalar, el aire sale de los pulmones y se elimina el dióxido de carbono.