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En un estudio publicado recientemente en JAMA Neurology (n=451) se analiza por primera vez a través de pruebas de imagen (PET y resonancias magnéticas) la ya conocida asociación entre la utilización de fármacos con efectos anticolinérgicos y el aumento de la atrofia cerebral, deterioro cognitivo y riesgo de demencia en pacientes ancianos.
Se partió de los datos clínicos, cognitivos y de neuroimagen recogidos en dos estudios longitudinales, uno orientado al Alzheimer (Alzheimer’s Disease Neuroimaging Initiative; ADNI) y otro orientado a la memoria en personas mayores (Indiana Memory and Aging Study; IMAS). En ambos estudios los datos se recogieron a intervalos regulares dentro del seguimiento establecido: en ADNI cada 3, 6 y 12 meses -y posteriormente anual- y en IMAS cada 18 meses.
Del total de participantes, 60 tomaron al menos 1 fármaco con actividad anticolinérgica media o alta (definidos como tal según la Anticholinergic Cognitive Burden Scale). En los resultados de imagen de estos pacientes se observó disminución del volumen cortical total y de la densidad cortical del lóbulo temporal, así como del volumen del ventrículo lateral anterior e inferior, frente a los que no tomaron esta medicación.
Los 52 participantes del estudio ADNI que tomaron fármacos anticolinérgicos -edad media de 73,3 (6,6) años- presentaron una puntuación media más baja en la prueba de memoria (Weschler Memory Scale–Revised Logical Memory Immediate Recall: 13,27 vs. 14,16; p=0,04) y en las pruebas de función ejecutora (Trail Making Test Part B: 97,85 vs. 82,61 segundos; p=0,04; y Executive function composite score: 0,58 vs. 0,78; p=0,04) frente a los 350 que no los tomaron –edad media de 73,3 (5,8) años-.
Los autores concluyen que en pacientes ancianos deberían evitarse los fármacos con efectos anticolinérgicos si existen otras terapias alternativas disponibles.
En este sentido, el coordinador del Grupo de Estudio de Neuroquímica y Neurofarmacología de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Ángel Berbel, ha puntualizado en una entrevista que el estudio presenta puntos débiles respecto a la duración de tratamiento (en algunos participantes sólo fue de 1 mes) y al seguimiento (sólo de cuatro o cinco años, cuando los procesos degenerativos pueden haberse desarrollado a lo largo de décadas).
En cualquier caso, y a falta de conocer la influencia de otros factores, Berbel también considera como medida preventiva en pacientes ancianos utilizar alternativas terapéuticas sin efectos anticolinérgicos siempre que sea posible; y, para el caso concreto del insomnio en personas mayores, incluir medidas no farmacológicas como valorar el número de horas de sueño necesarias o la hora de acostarse.