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Antidepresivos en niños y adolescentes: demasiados riesgos para escasos beneficios
Los trastornos depresivos (TDs), trastornos de ansiedad (TA), trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y trastorno de estrés postraumático (TEPT) son los trastornos mentales más comunes en niños y adolescentes. En todos ellos se utiliza como terapia farmacológica los antidepresivos, principalmente inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) o inhibidores de la recaptación de serotonina-noradrenalina (ISRSN).
Desde hace años se sabe que el uso de estos antidepresivos en niños y adolescentes está asociado a un mayor riesgo de suicidio. En el año 2004, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios comunicó las primeras alertas al respecto 06/2004, 14/2004 y 09/2005. Varios metanálisis y revisiones, han puesto de manifiesto que el comportamiento suicida (intento de suicidio e ideación suicida) ocurre con mayor frecuencia en niños y adolescentes tratados con antidepresivos que en los tratados con placebo. Sin embargo, la magnitud de este grave efecto adverso se desconoce. La exclusión de los jóvenes en riesgo de suicidio de los ensayos clínicos y la ausencia de poder estadístico suficiente para evaluar los resultados, han limitado conocer con precisión la relevancia clínica de este efecto adverso a partir de la evidencia (Cochrane, 2012).
Un nuevo metanálisis publicado recientemente en JAMA, analiza la eficacia relativa y la seguridad de los ISRS, de los ISRSN y de placebo para el tratamiento de diferentes trastornos mentales en niños y adolescentes. En dicho estudio, se incluyeron 36 ensayos clínicos aleatorios (6.778 participantes), publicados y no publicados, de ISRS o ISRSN en jóvenes con TD, TA, TOC o TEPT. Se excluyeron los ensayos con otros antidepresivos (por ejemplo, antidepresivos tricíclicos, inhibidores de la monoaminooxidasa).
En la evaluación de la eficacia se determinó la magnitud del efecto como la diferencia de media estandarizada (Hedges g). El análisis global mostró que los ISRS y los ISRSN fueron significativamente más eficaces que placebo, pero el tamaño del efecto alcanzado fue pequeño (g = 0,32; IC del 95%: 0,25-0,40; P <0,001). En trastorno de ansiedad (g = 0,56; IC del 95%: 0,40-0,72; P <0,001) se observó un efecto mayor que en el trastorno depresivo (g = 0,20; IC del 95%: 0,13-0,27; P <0,001); esta diferencia se debió principalmente a la respuesta del placebo, que fue significativamente mayor en pacientes con depresión que en pacientes con ansiedad. Los ISRS produjeron un efecto mayor en los trastornos de ansiedad (g = 0,71; IC del 95%: 0,45-0,97; P <0,001).
En cuanto a la seguridad, los eventos adversos fueron analizados por dos métodos diferentes: porcentaje de pacientes que comunicaron efectos adversos y número medio de efectos adversos por paciente (medida más sensible). Por ambos métodos, los pacientes que recibieron antidepresivos mostraron significativamente más efectos adversos que los que recibieron placebo (método 1: RR=1,07; IC del 95%: 1,01-1,12; P = 0,01; método 2: RR=1,49; IC del 95%: 1,22-1,82, P < 0,001). Los efectos adversos graves, suicidio e ideación suicida, fueron significativamente más frecuentes con los antidepresivos que con placebo (RR, 1,76; IC del 95%; 1,34-2,32; P <0,001) así como los abandonos debido a efectos adversos (RR 1,79; IC del 95% 2,32; P <0,001). Los RR de los efectos adversos graves y estratificados por tipo de antidepresivo se pueden ver en la siguiente tabla:
Los resultados de este nuevo metanálisis, apoyan la preocupación por los niños y adolescentes tratados con antidepresivos, sobre todo por el riesgo elevado de suicidio y la ideación suicida. En la medida en que sea posible, en esta población se debe evitar el uso de antidepresivos y recurrir a alternativas terapéuticas más eficaces y con menor riesgo.
No obstante, si el uso de antidepresivos fuera imprescindible se deben tomar precauciones e informar adecuadamente a los familiares sobre el riesgo de suicidio asociado a estos fármacos.
Comentario elaborado por Belén Calabozo Freile