Vamos a conocer un poco mejor la labor docente e investigadora de nuestros profesionales sanitarios
• ¿Cuál es su cátedra? ¿Y cuánto tiempo hace que la ocupa?
Soy catedrática del área de conocimiento de Medicina con actividad asistencial vinculada como médico especialista de alergología. Tomé posesión el pasado 28 de marzo.
Ha costado mucho tiempo y muchísimo esfuerzo, he pasado por diferentes disciplinas y categorías docentes y académicas. También por momentos de desaliento tras ser cesada sin causa aparente, después de años de servicio como profesor. La cátedra hay que merecerla con trabajo continuado y de calidad certificada, con paciencia y perseverancia, no sólo con méritos o ayudas de otra índole.
En ese sentido me siento con la conciencia tranquila, he luchado lealmente y con honestidad.
• ¿Cuánto tiempo dedica a la docencia?
Puedo afirmar que todo el tiempo del que dispongo y de casi toda mi vida. Mi primer contrato docente fue en marzo de 1979, hace casi 40 años. Impartí seminarios de Bioquímica como alumno interno y clases prácticas de Anatomía, en las me encantaba dibujar con mi maestro, el Profesor Gómez Bosque.
• ¿Cómo es su trabajo, su día a día, en la universidad?, ¿qué clases imparte?
Desde 2011 ya impartía la asignatura de Inmunopatología y Alergia como Profesor titular, junto a mis compañeros los Drs. Eduardo Arranz y Alfredo Corell (inmunólogos), José Antonio Garrote (genetista) y José Mª Vega (alergólogo). Creo que un equipo multidisciplinar aporta a una asignatura la máxima calidad.
Nuestra asignatura se desarrolla en el segundo cuatrimestre, aunque también imparto algunas clases de Propedéutica, Nutrición y Enfermería.
En el día a día prefiero las clases prácticas; que los alumnos aprendan por sí mismos a hacerse entre ellos las pruebas diagnósticas; salir al campus y enseñarles los alérgenos en su entorno; que aprecien lo que les rodea, el aire que respiran.
• ¿Cómo lo compatibiliza con su labor asistencial?
Es lo más complicado. Sigo atendiendo diariamente a pacientes alérgicos sin disminuir mi actividad asistencial en mi "celda 211" (que es el número de mi consulta en el HURH). Cualquier persona que pase por nuestro pasillo lo verá lleno de pacientes. Como Jefe de la Unidad de Alergia tengo que gestionar recursos, realizar memorias de actividad e impulsar mejoras en nuestra Unidad, a lo que hemos añadido en los últimos años avances tecnológicos (diagnóstico molecular) y asistenciales (Unidad de asma de difícil control). No sé decir que no a ningún reto si veo que va a mejorar la atención a los pacientes o si estimula a mis compañeros.
La verdad es que no sé de dónde saco el tiempo. Me cuesta a veces problemas de salud, pero lo compenso con energía, ilusión y verdadera pasión por mi profesión.
• ¿Qué le aporta personal y profesionalmente su labor docente?
La sensación de que estoy cumpliendo un deber, de que estoy dando mis conocimientos, mi ilusión, mi experiencia, mi tiempo, todo lo mejor que tengo a los estudiantes, porque ellos serán la Sanidad del futuro y merecen cualquier esfuerzo. También recibo de ellos su energía, su alegría, la fuerza de su juventud, su creatividad y entusiasmo. Ellos me tratan con atención y afecto, y me dan suficientes motivos de sentirme agradecida todos los días que voy a clase.
• Dentro de su trabajo universitario, ¿qué espacio hay para la investigación? ¿En qué investigaciones está implicado actualmente?
Soy ante todo investigadora. Me acaban de conceder el 5º sexenio de investigación; he publicado 160 artículos en revistas de alto impacto, tres de ellas en New England Journal Mecicine, la revista médica más prestigiosa de Medicina, y mi índice h es de 27. Se me considera (más fuera de mi Comunidad, desgraciadamente) uno de los tres investigadores más destacados de mi entorno. Y esto se debe a que la investigación para mí es un deber. Así como es un deber enseñar a investigar. De la investigación proviene la esperanza y la curación de enfermedades que antes se consideraban mortales, las mejoras asistenciales, el alivio de parte del sufrimiento, en suma.
Pero he de reconocer que mi pasión nace también de mi curiosidad infinita, de que todo me sorprende, de que disfruto descubriendo lo que sea y me emociona el debate científico. Me acuerdo de cuando redactaba proyectos de investigación con una de mis hijas siempre en mis rodillas o del primer ordenador que entró en mi querido Hospital Río Hortega en 1989 gracias a una beca de investigación. Era de pantalla verde y pequeñito, ¡¡¡¡con una RAM de 640 K!!!!
Nunca, y lo expreso con vehemencia, porque es cierto, mi labor investigadora ha sido por engrosar una línea más de mi currículum ni intentar ascender en mi carrera profesional ni, por supuesto, ser catedrático, aunque estoy muy feliz de serlo.
• ¿Cómo ve a las nuevas generaciones de estudiantes de Ciencias de la Salud?
Ante todo, ilusionados. Pero también "empoderados", un vocablo que se lleva ahora y que a mí no me gusta, ni su sonido ni lo que significa. Les veo a veces un poco exigentes, recuerdo con qué respeto se trataba en mi época estudiantil a los catedráticos. Casi había que acercarse a ellos con "estupor y temblores".
De todas formas, pondría la mano en el fuego por ellos, y en concreto por los estudiantes de Castilla y León; son magníficos, muy inteligentes, ¡¡no debemos dejarles escapar!!
• ¿Ha cambiado mucho la universidad respecto a la época en la que usted estudiaba?
Si, afortunadamente. El excesivo respeto al profesor se ha sustituido por cercanía en mi caso (lo que creo que es bueno) y exigencia docente. La investigación se ha desarrollado, pero aún necesita más respaldo, menos burocracia, más incentivos y ayudas al que de verdad investiga, pero Investigación con mayúsculas, no un montón de artículos publicados en revistas de bajo impacto y destinados a lucir un currículum inflado, sino trabajos publicados en revistas de alto impacto que contribuyan honestamente a mejorar la salud.
A este respecto, un profesor que no investiga le falta quizás esencia universitaria, pues en este esfuerzo está incluido el empeño por mejorar la enseñanza y, en nuestro caso, como médicos, la salud. Y en este punto agradezco la generosidad de los pacientes que durante mis 35 años de asistencia me han ayudado a descubrir formas útiles de ayudar a los demás. Investigar podría ser sinónimo de generosidad y de perseverancia, por el tiempo, desilusiones, decepciones, disgustos y, sobre todo, trabajo que conlleva; muchas veces oculto y no reconocido. Te hace ser más humilde tras las críticas de los revisores, y sobre todo más prudente. La Universidad se debería basar en los mismos valores que la investigación: valentía, innovación y también prudencia y honestidad.
• ¿Estudió usted en la misma universidad en la que ahora imparte clases?
Sí, para mí es entrañable; está llena de recuerdos y siempre me valdrá la pena dejar la vida en ella, y también en mi Hospital Universitario Río Hortega, aunque tenga que trabajar con "el corazón partido".
• El HURH es un hospital universitario, ¿cómo ve el trabajo docente que se realiza en él?, ¿usted participa también en esa labor de enseñanza dentro del hospital, como tutor, etc…?
En este punto prefiero no hacer comentarios. Sí que destaco la actividad del Servicio de Formación, que es impecable, y la labor de mis compañeros de Alergia con los que convivo día a día, que son tutores excelentes.
• ¿Realiza labores de dirección de tesis? ¿Alguna que considere que merece la pena destacar especialmente?
He dirigido 19 tesis, y todas con el mismo cariño y rigor. Todas merecían la pena. Varias han merecido el Premio extraordinario. Lo que más me ha gustado es compartir conocimientos con doctorandos de otras especialidades: Respiratorio, Pediatría, Medicina Interna, Farmacia, Análisis Clínicos, o Medicina de Familia, entre otras. El trabajo conjunto ha sido también enriquecedor para mí.
• Ser catedrático, ¿le ha facilitado el conocer cómo se trabaja en otras universidades y hospitales, nacionales o internacionales?
Cuando no renovaron mi contrato en la Uva, seguí mi trabajo docente, pero en otras universidades de Estados Unidos y europeas. He tenido responsabilidades en programas docentes americanos, como miembro de su Academia de Alergia, Asma e Inmunología Clínica de la que soy counselor desde 1993, y en Inglaterra y Alemania, sobre todo como miembro de la Academia Europea. Aunque la Academia de la que más orgullosa me siento pertenecer es la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valladolid, donde he aprendido tanto de catedráticos, muchos jubilados, pero con una mente llena de chispa y conocimiento.
También, durante el cese de mi docencia en la Facultad, he trabajado con importantes colegas internacionales, y departido con científicos destacados y premios Nobel. Al final, no hay mal que por bien no venga. También destaco mi estancia en el Hospital Sant Joan de Deu, en Alergia Pediátrica, pues me acogieron con mucho cariño.
• ¿Algo más que le gustaría contarnos?
Solamente agradecer esta iniciativa de la Gerencia. He sido la primera catedrática del área de conocimiento de Medicina que accede con un perfil específico de alergología de la nación, y aún no me había sentido merecedora de ningún comentario. Me siento feliz ahora.