¿Cómo se trata?
El diagnóstico temprano de la ERC, la adopción de medidas higiénico dietéticas y el tratamiento médico pueden evitar la progresión de la ERC; para ello resulta indispensable el compromiso del propio paciente, que debe saber de que el sedentarismo afecta negativamente a su enfermedad y que determinados productos, especialmente la sal, deben ser prácticamente eliminados de su dieta, pues contribuirán a empeorar su estado porque aumenta la tensión arterial y porque al retener más líquidos fuerza el trabajo de los riñones. Al evitar que la ERC progrese, se reducen los riesgos de complicaciones por la insuficiencia renal y la hipertensión arterial, así como de retrasar o evitar la diálisis.
Como ocurre en otras enfermedades el objetivo es intentar detener la ERC en una fase lo más precozmente posible y evitar que evolucione hacia una insuficiencia renal establecida. El tratamiento en fases previas evita complicaciones, tratamiento con diálisis y, en general, aumenta la esperanza y calidad de vida. Por ello, la identificación, tratamiento y control adecuado de personas con HTA y con diabetes es fundamental para mantener la función renal.
Las personas afectadas por una ERC y sus familiares deben conocer su enfermedad e implicarse en controlar la situación. En estos casos es indispensable que dispongan de buena información y que conozcan qué medidas deben adoptar para mantener el control de la enfermedad, además de facilitar las revisiones periódicas por el nivel asistencial que se considere el más adecuado en cada caso.
En las primeras fases será conveniente adoptar estilos de vida dirigidos al control de la tensión arterial y a controlar los niveles de colesterol en sangre, para lo que, según los resultados que se obtengan, el médico pueda valorar la necesidad de tratamiento farmacológico. De esta forma se puede evitar el avance de la enfermedad y los riesgos que conlleva llegar a una insuficiencia renal establecida. En fases avanzadas e irreversibles de insuficiencia renal el tratamiento será la diálisis en sus diferentes formas, y cuando sea posible, el trasplante renal.
De cualquier manera el tratamiento de la ERC debe personalizarse y el paciente dispondrá del seguimiento que se establezca. Puede ser oportuno definir su plan de atención, en función del grado de afectación renal, la atención sanitaria dependerá del médico de familia o de un nefrólogo.