Síntomas y Diagnóstico
El rasgo característico de la hemofilia es la propensión a sufrir hemorragias. Estas pérdidas de sangre pueden manifestarse de dos formas:
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Hemorragias internas: se producen dentro de las articulaciones y los músculos, como rodillas, codos, tobillos, así como en los músculos del brazo superior, antebrazo, psoas, muslo y pantorrilla. Estas hemorragias internas ocurren con mayor frecuencia que las externas, aunque no siempre son visibles.
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Hemorragias externas: se presentan a través de orificios naturales del cuerpo, como la nariz, boca, oídos, etc., o debido a heridas en la piel.
La repetición de sangrados en una misma articulación puede causar daños y dolor en dicha zona. Estas hemorragias recurrentes pueden provocar otros problemas de salud, como artritis, lo que puede dificultar el movimiento y la realización de actividades cotidianas. Es importante destacar que, a diferencia de algunos tipos de artritis, las manos generalmente no se ven afectadas en la hemofilia.
El diagnóstico de la hemofilia se realiza mediante una muestra de sangre para medir la actividad del factor de coagulación. Para la hemofilia A, se evalúa la actividad del factor VIII, mientras que para la hemofilia B se mide la actividad del factor IX.
La gravedad de la hemofilia está determinada por la frecuencia y severidad de las manifestaciones hemorrágicas.
En el caso de la hemofilia leve, las personas suelen experimentar hemorragias principalmente después de cirugías o lesiones graves. Es posible que nunca lleguen a tener un problema de sangrado significativo.
En cambio, las personas con hemofilia moderada tienen hemorragias con menos frecuencia, aproximadamente una vez al mes. Sin embargo, pueden experimentar sangrado prolongado después de cirugías, lesiones graves o procedimientos odontológicos. En ocasiones, también pueden sangrar sin una causa clara.
Por otro lado, las personas con hemofilia severa enfrentan hemorragias frecuentes en músculos o articulaciones. Si no reciben un tratamiento preventivo, podrían experimentar sangrados una o dos veces por semana. Estas hemorragias a menudo son espontáneas, es decir, ocurren sin una causa aparente.